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No recuerdo un momento específico en el que tomé la decisión. Creo que se dio naturalmente. Dibujo desde siempre y nunca dejé de hacerlo. De alguna manera siempre supe que mi modo de vida iría siempre alrededor del arte y la ilustración. Mi tío Egon era socio y director de arte de una agencia de publicidad desde la década del 60 y eso tal vez me permitió saber que dibujar podía ser un trabajo, o una forma de ganarse la vida. Luego de terminar el colegio empecé la carrera de Diseño Gráfico en la UBA, pero sentí que estaba empezando a odiar el oficio así que la abandoné a los dos años y me metí a estudiar música. Estudié en forma paralela pintura formal en el taller de Kenneth Kemble algunos años hasta que murió. Luego me fui a vivir a Paris en donde empecé a vender cuadros y a poder vivir del arte seriamente. Mi carrera actual como ilustrador es tal vez una consecuencia accidental de toda esa experiencia.